SERPAS SAZ, CARLOS ALFREDO
No era la primera vez que Wigo y su amigo Fla tenían que escapar de algo o de alguien. Ya en otras ocasiones habían escapado de espadachines borrachos, dragones con mal aliento, una jauría de lobos y hasta de un grupo de brujas que querían convertirlos en ratones de campo. Pero, esta vez, el gigante no se lo estaba poniendo nada fácil. Suerte que el ingenio es una buena arma, y de ingenio, Wigo, andaba sobrado.